Cuando tomas la decisión de hacer actividad física, es común pensar que el ejercicio de fuerza o con peso provocará que tu cuerpo crezca en grandes proporciones. La realidad es que, si bien ayuda a darle estética a tu cuerpo, existe evidencia científica de los múltiples beneficios que trae para tu cuerpo y tu salud realizar este tipo de ejercicio.
Hay muchas actividades que nos ayudan a ejercitar nuestro cuerpo; sin embargo, los ejercicios sin impacto como la natación y el ciclismo, no incrementan la masa ósea al igual que el entrenamiento de fuerza.
Existe evidencia científica que muestra que el ejercicio de fuerza ayuda a disminuir la depresión, ansiedad y estrés. Aquí te comparto más beneficios que ofrece el hacer ejercicio de fuerza:
- Ayuda a reducir grasa corporal
- Reducción de enfermedades del corazón
- Disminuye riesgos de algunos tipos de cáncer como de colon, mama y próstata
- Reduce enfermedades articulares y osteoporosis
- Disminuye la resistencia a la insulina
- Disminuye la frecuencia respiratoria en reposo
- Activa el metabolismo
- Mejora la fuerza muscular y resistencia física
- Ayuda a controlar el estrés
- Incremento de autoestima
Para alcanzar estos beneficios, el ejercicio de fuerza debe practicarse regularmente, los cambios los podrás notar a partir de 8 semanas de entrenamiento continuo con sus debidos descansos. Si suspendes tu entrenamiento por 8 semanas o más, probablemente pierdas los cambios y avances que ya habías alcanzado.
Gracias a estos beneficios, The American College of Sports Medicine (ACSM) recomienda que el ejercicio de fuerza se incluya en programas y tratamientos para niños, personas jóvenes, de mediana edad, adultos mayores y personas con diabetes tipo 2.
Por esta razón, una rutina de ejercicio de fuerza debe personalizarse de acuerdo a cada individuo, considerando su historial médico, actividades actuales, objetivos personales y el tiempo disponible para ejercitarse.
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Referencias bibliográficas
De Pediatría, S.A. & Subcomisiones, C. (2018). Entrenamiento de la fuerza en niños y adolescentes: beneficios, riesgos y recomendaciones. Arch Argent Pediatr, 116(Supl 5), S82-S91.
Naranjo, L. H. A. (2003). Beneficios del ejercicio. Hacia la promoción de la salud, 8, 86-100.
Márquez Arabia, J. J., Ramón Suárez, G. & Márquez Tróchez, J. (2012). El ejercicio en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2. Revista Argentina de endocrinología y metabolismo, 49(4), 0-0.
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